Desperté por esto.
Escribir esta reseña es mi misión del día. Luego de publicar volveré a mi
caverna y no habrán noticias mías en este blog hasta que no sé, salga el nuevo
libro de Harry Potter a la venta. Bromi pero sí.
He descubierto que cuando vengo a escribir acá
es porque quiero evangelizar, ser una mensajera de la palabra y este día el
verbo divino que traigo es la serie, original de Netflix pero-en-serio-a-quién-le-importa-en-esta-era:
Stranger Things.
Si hay estado vacacionando bajo
una roca, te suspendieron recién el paro o le haces asco a las series por ser
el nuevo opio del pueblo, te contaré de qué va esta nueva joyita que tiene a un
gran porcentaje de la raza humana con taquicardia.
Stranger Things es una serie de
ocho episodios (porque lo bueno viene en frasco chico) que trata sobre la
búsqueda desesperada de una madre, un hermano y un grupo de amigos en un pueblo
en que las cosas parecen estar yendo por caminos terriblemente turbios. Así a
simples rasgos. El verdadero mambo se descontrola cuando aparece una niña un poco
locatelli que parece conocer el paradero de Will (el niño extraviado) y,
paralelamente, su madre se comunica con él de una manera muy poco convencional
(pero visualmente hermosa, let’s say it). Desde ahí las preguntas no pueden
limitarse ¿dónde está Will? ¿Está vivo siquiera? ¿Esta entidad que se comunica
con su madre es él realmente o le están jugando una broma? ¿Qué cresta pinta el
gobierno en todo el asunto? No miento que son como 106 preguntas que se van
gestando a medida que la serie avanza (sí, las conté) y es por eso que la gran
mayoría la termina de una sentada o mínimo avanza ¾ de la misma porque somos
impacientes y porque pucha, Netflix nos regaló la temporada completa.
Y qué decirles, me gustó caleta.
Sé que plantear un juicio valórico no es realmente el objetivo de una “crítica”
pero creo que desde ahí puedo desarrollarme más mejor porque, muy en la
personal, el hecho de que me haya gustado pone un poco en duda la teoría que circula
en la red: que es una serie para los nostálgicos de la época y por eso el
revuelo. O sea, sí, demás, bacán. Es muy lindo cómo se sitúa en determinado
tiempo y espacio; las referencias, la fotografía, incluso la tipografía de
inicio te lleva para allá pero yo soy del 95 y quedé fascinada de todas formas
porque tomé esa nostalgia (que no es mía) como algo bueno. La serie se nutre de
los mejores elementos creados en ese tiempo y consigue atrapar de manera
indiscriminada a quien se quiera instalar a verla. Es más que sus guiños, más
que su contexto, creo que desmerecerla por ser una especie de homenaje es un
poco mucho pasado a caca.
La historia es puro suspenso,
cada capítulo se siente como un pestañeo. Los flashbacks instalados son precisos,
escogidos con pinzas, te emocionan pero en ciertos casos también intrigan. Sé
que esto es un poco cállate conchetumare pero una vez leí que hay (como para todo
en verdad) técnicas para que un flashback funcione y una de las más importantes
es que los personajes te interesen y eso se da muy bien acá. Todo lo que pasa
es importante y todo lo que pasa te abre nuevas dudas. La dinámica entre los
personajes en verdad llega, los actores pre-pubertos son demasiado secos, me
reí mucho con ellos y la sufrí también. Sí, en verdad la sufrí caleta. Porque
al final del día con lo que esta serie conecta es con cosas muy puras: el amor inconmensurable
de una madre por su hijo, el lazo protector entre hermanos y la amistad en
todos sus colores. Winona Ryder, que es la madre del niño que se perdió, me
apretaba la guata. No talla. Y a ese nivel de rostros frente a la cámara súmenle
una atmósfera increíble causada por un soundtrack que debe haber sido obra de
diosito y conchelalora otra cosa mariposa. Yo sufrí palpables-cucos e
inevitables tiritones de pera.
Sí po, me gustó. Y como dije
arriba creo que bajarle el perfil a la serie por la emoción que causó en los
nativos de la época es un poco contradictorio y sin sentido. No sé si es una
obra maestra porque para mí eso lo dictamina el tiempo pero esta temporada
podría perfectamente encaminarse para allá. Es un trabajo bien hecho,
redondito. Ejemplificaré desde la obesidad: Stranger Things es como una
hamburguesa donde todos los sabores se mezclan y te dejan demasiado pochita y
no querís comer nada más hasta que te jubiles.
Eso es. Una propuesta integral,
que atrapa, que se preocupa por los personajes, por la época, por generar
sensaciones. Penny Dreadful había sido la última serie que como que me anduvo
volando la mente pero creo que Stranger Things le quitó el trono. Si le
convencí aunque sea un poco, si me encontró aunque sea un pichintún de sentido,
la serie está muy disponible en Netflix y también la caché en seriesflv. Luego
me viene a comentar qué onda. Por el contrario si crees que estoy hablando
puras cabezas de pescado, también quisiera saberlo y discutimos. No tengo
atados pero véanla, hermanes míes. Amén.
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Holi, holi.