El papel es mi
escenario. Es donde me planto y demuestro lo que siento y todo lo que creo saber. Es donde me expongo, donde las palabras se tatúan, intensas, fingiendo
una permanencia que se deshace con el paso de los minutos pero que parece muy
real y duradera en el instante mismo. Mas no hay palabras escritas, no hay
palabras en el papel, sin la existencia de un lápiz. Colorido, negro, de gel o
pasta, el lápiz es el truco principal, es lo que transporta la magia que se
desea representar; es la varita del mago, el timón del pirata, la marioneta del
titiritero.
El uso del lápiz se
debe hacer con mesura para no revelar demasiado. Como al manipular las cuerdas
de un títere, debemos cuidar las frases que se descontrolan y brotan desde el
alma sin anunciarse. Porque hay heridas que no queremos que se vean, hay
memorias que debemos mantener ocultas y el espectador nota si nuestra marioneta
ha sido por impulsos manipuladas y a veces no le importa la tinta que ha sido
sangrada.
Las palabras
trazadas con un lápiz rebelde están destinadas a destruir y debemos enfrentar
ese caos y evitar el riesgo; evitar el riesgo que corre un adolorido titiritero
con una marioneta y su voluntad descarriada.
--------
Esto resultó de un ejercicio de palabras sueltas, las escogidas fueron, claramente: Lápiz, papel y marioneta.
--------
Esto resultó de un ejercicio de palabras sueltas, las escogidas fueron, claramente: Lápiz, papel y marioneta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Holi, holi.