martes, junio 30, 2015

De lápiz, papel y marionetas.


El papel es mi escenario. Es donde me planto y demuestro lo que siento y todo lo que creo saber. Es donde me expongo, donde las palabras se tatúan, intensas, fingiendo una permanencia que se deshace con el paso de los minutos pero que parece muy real y duradera en el instante mismo. Mas no hay palabras escritas, no hay palabras en el papel, sin la existencia de un lápiz. Colorido, negro, de gel o pasta, el lápiz es el truco principal, es lo que transporta la magia que se desea representar; es la varita del mago, el timón del pirata, la marioneta del titiritero.

El uso del lápiz se debe hacer con mesura para no revelar demasiado. Como al manipular las cuerdas de un títere, debemos cuidar las frases que se descontrolan y brotan desde el alma sin anunciarse. Porque hay heridas que no queremos que se vean, hay memorias que debemos mantener ocultas y el espectador nota si nuestra marioneta ha sido por impulsos manipuladas y a veces no le importa la tinta que ha sido sangrada.

Las palabras trazadas con un lápiz rebelde están destinadas a destruir y debemos enfrentar ese caos y evitar el riesgo; evitar el riesgo que corre un adolorido titiritero con una marioneta y su voluntad descarriada.


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Esto resultó de un ejercicio de palabras sueltas, las escogidas fueron, claramente: Lápiz, papel y marioneta.

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Holi, holi.